viernes, 10 de marzo de 2017

Vivimos en una espiral carente de amor…



Tengo 55 años.

Mis abuelos vivieron la carencia del amor en sus senos familiares, ya sea por incomprensiones de sus padres, ya sea por dramas familiares. 

Cuando tuvieron a mis padres ya venían con el “recipiente” de amor no “completo”, así que a la hora de traspasarlo a sus hijos sólo lo hicieron en una fracción del mismo, porque en los tiempos que vivieron había mucha escasez de todo y había que dedicar buena parte del tiempo a tratar de generar “recursos y/o alimentos” con que mantenerse.

Por tanto mis padres llegaron al momento de tener a sus hijos (incluyéndome) con un “recipiente de amor” aún menos lleno que el de mis abuelos… y con la situación social que les tocó vivir, en donde la política era el “leitmotiv” de sus vidas, les privó de mucho de su tiempo libre (que bien podrían habérnoslo dedicado a nosotros, sus hijos)… por consecuencia lo que nos fue traspasado de su “recipiente de amor” fue tan sólo una fracción de lo poco que ellos ya “traían”.

Así llegamos al momento de concebir a nuestros propios hijos (yo no tuve hijos, pero mi hermano sí, que son mis dos queridas sobrinas) y volvemos a estar más dedicados a tratar de sobrevivir económicamente que a las demás actividades familiares, como consecuencia de ello lo más seguro es que solamente les pudimos traspasar tan sólo una pequeña parte de nuestro ya escuálido “recipiente de amor”.

Y finalmente llegamos al momento en que nuestros hijos, se disponen a ser padres por ellos mismos… y los vemos como están tan “ocupados” en sus trabajos, en sus negocios, con tal de que “nada falte en sus casas” (porque no quieren que sus hijos “pasen lo que ellos ya pasaron”)… y como el mundo “moderno” ahora da más oportunidades a mayor cantidad de gente a través de mecanismos financieros flexibles (tarjetas, créditos, etc), pues abarrotan el mundo de nuestros nietos de objetos materiales en forma de ropas, calzados, muebles, tecnología, juguetes inimaginablemente “inteligentes”… y mientras este “abarrotamiento” sucede, se va diluyendo el tiempo libre de ellos que podrían habérselo dedicado a nuestros nietos y por ello seguramente terminarán traspasándole muy poco de amor, del poco que ya ellos traían en su “recipiente de amor”.

En mi tiempo de vida he visto como 4 generaciones, por motivos “diferentes” (pero muy parecidos entre sí, toda vez que tienen un componente netamente social) los “recipientes de amor” de cada una de ellas han ido mermando… y si pudiera retroceder en el tiempo y les preguntara, cada una de estas generaciones me llenarían la cabeza con justificaciones del porqué no “les dieron más” amor a su descendencia.

Oyendo a Claudio Naranjo (psiquiatra chileno, ampliamente reconocido entre otras cosas por su labor en favor de la educación, entre muchísimos otros tópicos a los cuales se ha dedicado en su vida) me llevó a esta reflexión que hoy escribo y “casualmente” (¿ o debiera decir por sincronía ?) hoy leo en una página amiga el término japonés “Nankurunaisa” (“con el tiempo se arregla todo”) y me doy cuenta que la clave para poder “cortar” con esta “espiral de escasez de amor”… ES EL TIEMPO…
SI NO PARAMOS… RESPIRAMOS… REFLEXIONAMOS… MEDITAMOS… NO VAMOS A PODER DEDICAR LA CANTIDAD DE TIEMPO NECESARIO E INDISPENSABLE A NUESTROS HIJOS… que es lo mismo que decir… NO VAMOS A PODER TRASPASARLES TODO EL AMOR POSIBLE A ELLOS.

Y lo más importante… con esta reflexión, este respirar, este “stop”, vamos a TENER EL SUFICIENTE TIEMPO COMO PARA DARNOS CUENTA EL PORQUÉ NUESTRO “RECIPIENTE DE AMOR” ACTUAL ES TAN “POBRE”… y como lo que queremos para nuestros hijos es lo mejor, NOS DAREMOS CUENTA QUE NO DEBEMOS “ECHARLE LA CULPA” A NUESTROS “MAYORES” DE NO TENER LO “SUFICIENTE” COMO PARA TRASPASÁRSELO A ELLOS… SINO QUE TENEMOS LA RESPONSABILIDAD DE GENERAR EL AMOR “FALTANTE” EN NUESTRO “RECIPIENTE”, PARA PODER TRASPASARLE A LAS NUEVAS GENERACIONES ABUNDANTE AMOR con el cual ellos “enfrenten” la vida que les toca vivir, de la mejor manera posible.

Pancho García

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