domingo, 25 de febrero de 2018

EL GRAN SILENCIO


En general, el silencio se entiende como algo negativo, algo vacío, una ausencia de sonidos, de ruidos. Este malentendido prevalece porque muy pocas personas experimentaron el silencio realmente. 

Lo único que experimentaron en nombre del silencio es la ausencia de ruidos. Pero el silencio es un fenómeno totalmente diferente. Es absolutamente positivo. Es existencial, no está vacío; lo desborda una música que nunca escuchaste, con una fragancia que no te es familiar, con una luz que solamente puede verse con los ojos internos. 

No es algo ficticio; es una realidad y una realidad que ya está presente en todos, lo que pasa es que nunca miramos para adentro. Tu mundo interno tiene su propio sabor, su propia fragancia, su propia luz. Y es absolutamente silencioso…inmensamente silencioso, eternamente silencioso. Nunca hubo un ruido ni nunca lo va a haber. No hay palabra que pueda llegar hasta ahí; pero vos sí podés llegar.
El propio centro de tu ser es el centro del ciclón. Lo que pase a su alrededor no lo afecta. Es silencio eterno. 

Los días van y vienen, los años van y vienen, los siglos van y vienen, las vidas van y vienen, pero el silencio eterno de tu ser sigue siendo el mismo, la misma música sin sonido, la misma fragancia a divinidad, la misma trascendencia de todo lo mortal, de todo lo momentáneo. No es tu silencio; vos sos ese silencio.

No es algo que vos poseés; vos estás poseído por eso y esa es su grandiosidad... Ni siquiera vos estás, porque incluso tu presencia sería una perturbación.

El silencio es tan profundo, que no hay nadie, ni siquiera vos. Y este vacío trae verdad, amor y miles de otras bendiciones.

Osho - Libro de Meditación

viernes, 23 de febrero de 2018

EL SANTO Y LA PROSTITUTA


Un hombre santo y una prostituta vivían enfrente uno del otro. Ambos murieron el mismo día. El alma de la prostituta fue llevada al cielo. La del hombre santo, sin embargo, fue llevada al infierno.

Los mensajeros que habían venido para llevarlos estaban confundidos. Se preguntaban entre ellos, “¿Qué salió mal? 
¿Es este un error? 
¿Por qué debemos llevar a este hombre santo al infierno? 
¿No era un hombre santo?”

El más sabio entre ellos dijo, “Si, el era un hombre santo, pero envidiaba a la prostituta. Constantemente pensaba en las fiestas en la casa de ella y en el placer que allí se dispensaba. Las notas de la música que llegaban a la deriva a su casa lo afectaban hasta la médula. Ningún admirador de la prostituta, sentado en frente de ella, se conmovió nunca tanto como él lo estaba, oyendo los ruidos que venían de la residencia, el sonido de las campanillas de danzar que ella llevaba en sus tobillos. La totalidad de su atención estaba siempre enfocada en su lugar. Aún cuando estaba adorando a Dios, sus oídos estaban sintonizados a los sonidos de su casa.

“Y la prostituta? Mientras languidecía en el pozo de la perdición, siempre se preguntaba en qué misteriosa bendición se encontraba el hombre santo. Siempre que lo veía llevando flores para la adoración de la mañana, se preguntaba, ‘¿Cuándo seré merecedora de llevar flores de adoración al templo?, soy tan impura que apenas alcanzo a reunir suficiente coraje para entrar al templo.’ La prostituta solía sentirse transportada por el humo del incienso, el brillo de las lámparas, el sonido de la adoración hacia una suerte de meditación, tal como la que el hombre santo nunca pudo.

La prostituta siempre ansió la vida del hombre santo, y el hombre santo siempre deseó los placeres de la prostituta.”

Osho



lunes, 19 de febrero de 2018

"OVEJAS NEGRAS DE LA FAMILIA"



Las llamadas "ovejas negras" de la familia son en realidad Buscadores natos de caminos de liberación para el árbol genealógico.

Aquellos miembros de un árbol que no se adaptan a las normas o tradiciones del Sistema Familiar, aquellos que desde pequeños buscaban constantemente revolucionar las creencias, yendo en contravía de los caminos marcados por las tradiciones familiares, aquellos criticados, juzgados e incluso rechazados, esos, por lo general son los llamados a liberar el árbol de historias repetitivas que frustran a generaciones enteras.

Las "ovejas negras", las que no se adaptan, las que gritan rebeldía, cumplen un papel básico dentro de cada sistema familiar, ellas reparan, desintoxican y crean una nueva y florecida rama en el árbol genealógico.

Gracias a estos miembros, nuestros árboles renuevan sus raíces. Su rebeldía es tierra fértil, su locura es agua que nutre, su su terquedad es nuevo aire, su apasionamiento es fuego que vuelve a encender el corazón de los ancestros.

Incontables deseos reprimidos, sueños no realizados, talentos frustrados de nuestros ancestros se manifiestan en la rebeldía de dichas ovejas negras buscando realizarse. El árbol genealógico, por inercia querrá seguir manteniendo el curso castrador y tóxico de su tronco, lo cual hace la tarea de nuestras ovejas una labor difícil y conflictiva.

Sin embargo, ¿quién traería nuevas flores a nuestro árbol si no fuera por ellas? ¿Quien crearía nuevas ramas? Sin ellas, los sueños no realizados de quienes sostienen el árbol generaciones atrás, morirían enterrados bajo sus propias raíces.

Querida consultante, eres una oveja negra, acéptalo, vívelo y disfrútalo con orgullo. Como oveja negra de tu árbol, se valiente y mantente. Aunque tu clan parezca estar en contra su clamor inconsciente te pide que continues.se fuerte y lucha por contar tu propia historia.

Que nadie te haga dudar, cuida tu "rareza" como la flor más preciada de tu árbol. Eres el sueño realizado de todas tus ancestras.

¡Radical rebeldía en tu camino!

Gracias por el honor y el placer de nuestro encuentro.

Bitácora Astral

INSPIRACIÓN...


Cuentan que, en cierta ocasión, mientras mi maestro, Djalal al Din Rumi, sumergido en un éxtasis de Amor Divino, recitaba poemas cargados de pasión, un extranjero que se sentaba entre nosotros no pudo contenerse y empezó a llorar y a gemir, arrobado por la belleza de lo que estaba escuchando.

De esa manera, cuando mi maestro terminó y abrió los ojos, el extranjero le preguntó:

- "Oh señor, ¿dónde ha encontrado la inspiración para escribir esos versos".

A lo que mi maestro contestó:

- "Del mismo sitio donde tú has encontrado tus lágrimas".

La Taberna del Derviche.

AHORA


Cuenta una vieja leyenda universal que, hace muchas épocas, las personas eran animales simbióticos: Iban siempre acompañadas de un pájaro diminuto, de plumaje brillante y canto melódico y como un susurro. Se llamaba Ahora.

Ahora acompañaba a los humanos día y noche, revoloteando por sus cabezas en silencio, y eran pajaritos muy sabios y sencillos. Cada vez que sus simbiontes contemplaban un paisaje hermoso, miraban a alguien a los ojos o vivían cualquiera de esos mágicos eventos que suelen discriminarse solo por ser cotidianos, Ahora les daba un pequeño picotazo en la cabeza y cantaba, y entonces las personas tenían un Momento de Consciencia. Vivían el presente con más nitidez y eran muy felices. De hecho, los Ahora se alimentaban de las emociones que se desprendían de estos momentos, y de ahí la simbiosis.

Había gente que se hacía muy amigos de sus Ahoras y éstos les daban Momentos de Consciencia a cada instante. Sin embargo, algo ocurrió. Llegó un punto en que, por motivos siniestros, la gente empezó a establecer relaciones con otras dos aves, una de plumaje negro y otra blanco: se llamaban Antes y Después, y poco a poco, los Ahoras fueron muriendo, la magia de los pequeños detalles desapareció, y los Momentos de Consciencia se perdieron para siempre.

Mas éste no es el final de la historia, pues la leyenda asegura que los hermosos Ahoras, aunque ya no puedan volar ni picarnos, siguen viviendo en el alma de cada uno de nosotros, esperando que retomemos la simbiosis y podamos ver la magia de nuevo. Incluso dicen algunos que… si cierras los ojos, respiras hondo y sonríes, podrás sentir en el corazón y en la mente, el canto y el picotazo del Ahora, y al volver a abrirlos el mundo será brillante.

Autor desconocido. . .

¿Cuanto vales?



Un día un sabio Maestro recibió la visita de un joven, que se dirigió a él para pedirle consejo.

- Vengo Maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El Maestro sin mirarlo le dijo:

- Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… - y haciendo una pausa agregó: Si quieres ayudarme tú a mi, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- Encantado Maestro – titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

- Bien, asintió el Maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:

- Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.

Pero les bastaba escuchar el precio del anillo, cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia y explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela enmtregado él mismo al Maestro, para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste subió a su caballo y volvió a donde el Maestro se encontraba:

- Maestro, dijo – lo siento, pero no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

- Que importante lo que has dicho, joven amigo – contestó sonriente el Maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por el. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candilñ con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

- Dile al Maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

¡58 monedas! – exclamó el joven

Si – replicó el joyero – yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a la casa del Maestro a contarle lo sucedido.

- Siéntate – dijo el Maestro, después de escucharlo. – Tú eres como este anillo: Una joya valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquier descubra tu valor?


Nota: Transcrito de “El Club de los Libros Perdidos”

MORIR EN LA MENTE


El fin de la mente es el fin del mundo, porque el zen dice que la mente es el mundo.

Por lo general, cultivamos y reforzamos la mente, la hacemos cada vez más capaz, hábil, eficaz. Eso es lo que hacemos en escuelas, colegios y universidades. Eso es lo que significa educación, aprender.

El zen es un tipo de desaprendizaje. Enseña cómo desechar lo que se ha aprendido, enseña volver a recuperar la habilidad, a tornar a ser niños, a existir de nuevo sin mente, a cómo estar aquí sin ninguna mente.

La mente provoca todo tipo de miserias.

La primera: la mente nunca está en el presente, lo pasa por alto. ¡Y sólo existe el presente! La mente siempre está en el pasado, siempre, siempre. O siempre en el futuro. La mente salta del pasado al futuro, y del futuro al pasado. Pero nunca permanece en el presente.

El zen dice que a menos que deseches la mente nunca te podrás sintonizar con la existencia, ni podrás palpitar con el latido del universo. Si no desechas la mente, seguirás viviendo en un mundo particular que tú mismo has creado; no vives en el mundo real y continúas siendo un idiota.

La mente es idiota, por muy inteligente que sea, recuérdalo. El idiota nunca puede ser muy inteligente, puede ser un gran experto, acumular mucho conocimiento, muchos títulos, pero un idiota es un idiota, y eso es todo. La idiotez sólo puede convertirse en algo cada vez más peligroso.
La inteligencia nunca surge de la mente. La inteligencia sólo surge cuando se ha descartado la mente. La inteligencia se manifiesta cuando se ha puesto de lado la mente. La mente bloquea la fuente de la inteligencia, como si fuese una piedra.

La mente siempre es mediocre, estúpida, poco inteligente. Permanecer en la mente es poco inteligente. Lo inteligente es estar más allá de la mente. La inteligencia no es una de las cualidades de la mente.

La meditación es la búsqueda de esa inteligencia, de cómo dejar de aprender, de cómo desechar el conocimiento, de cómo abandonar todo el pasado acumulado. Una vez se acumula, se hace cada vez más difícil deshacerse de él, y cada día es más grande. El peso no hace más que crecer. La carga que se lleva a la espalda aumenta a cada momento. No es la edad lo que acaba matándote, sino el peso.

Un hombre que vive en la no mente vive sin muerte, porque muere a cada instante. Nunca acumula, nunca mira hacia atrás, nunca mira hacia delante; simplemente está aquí. Está aquí con ese canto del cuclillo; simplemente está aquí. Su ser es en este momento. Fluye con el momento, no es rígido ni está confinado por el pasado. De hecho, carece de biografía y de sueños de cara al futuro. Vive tal como llega la vida.

Y el zen dice que la mente puede ser de utilidad en el mundo, pero no en lo que respecta a lo esencial. La mente puede ser útil para lidiar con trivialidades, pero resulta inútil para lo esencial. Lo esencial no puede pensarse, porque está por debajo y más allá del pensamiento. Tú eres lo esencial. ¿Cómo puedes pensarte? Tú ya eres eso antes de que aparezca el pensamiento. El pensamiento es un añadido posterior.

Nunca perdemos nuestra esencialidad, no es posible. Eso es precisamente la esencialidad, no puede perderse. Es nuestra naturaleza más íntima, y por ello no hay forma de perderla. Pero puede nublarse
.
Pensar es una distracción, una perturbación. Únicamente recuperamos el contacto con lo esencial cuando desaparece el pensamiento. Si uno piensa en ello, se puede pensar y pensar y pensar, pero es algo que elude el pensamiento; se desliza de su abrazo. Y luego, al ver que el pensamiento no lleva a ninguna parte, éste se detiene por sí mismo.

Osho