miércoles, 22 de febrero de 2017

Para ver el Sol cada mañana...


“Un peregrino recorría su camino cuando cierto día pasó ante un hombre que parecía ser monje y que estaba sentado en el campo. Cerca de allí, otros hombres trabajaban en un edificio de piedra.”Parece un monje”, dijo el peregrino.”Lo soy” respondió el monje. ¿Quiénes son esos que están trabajando en la abadía? “Mis monjes” contestó, “yo soy el abad”. “Es magnífico”, comentó el peregrino. “Es estupendo ver levantar un monasterio. “Lo estamos derribando”, dijo el abad.

¿Derribándolo? exclamó el peregrino, ¿Por qué? “Para poder ver salir el sol todas las mañanas”, respondió el abad.”

Destruir para poder ver el sol cada mañana. Las grandes abadías suelen ser muy solemnes en sus estructuras y en sus muros. Pero tanta piedra, con frecuencia, impide que el sol penetre dentro e impide a los dentro verlo amanecer cada mañana.

En la vida todos SOLEMOS CONSTRUIR GRANDES MUROS, a veces incluso muy bellos, pero que nos están dificultando ver el sol. Tenemos demasiados muros que nos impiden VER A LOS DEMÁS. Incluso ponemos muros que dieran la impresión de ser transparentes, pero que no dejan ver ni a aquellos que están a nuestro lado.

El muro de “yo soy así”, y que nos impide ver y aceptar a los demás como ellos son.

El muro de “yo pienso que las cosas tienen que ser así”, y nos impide respetar el modo cómo las ven los demás. Como si fuésemos los únicos que tenemos ojos para ver, y gusto para discernir.

El muro de “a mí no me cambia nadie”, y que nos impide ver la luz de la verdad que los demás quieren irradiar sobre nosotros.

El muro de “yo soy el jefe, la cabeza”, y no nos deja ver que los demás también piensan y que los demás también tienen cabeza.

El muro de “las cosas que tengo y he conseguido en la vida”, y que nos cierran a la luz que Dios nos envía a través de las necesidades de los demás.

El muro de “mi carácter es así”, y nos cierran el paso a la luz que nos invita a ser de otra manera .
El muro de “mis tristezas y preocupaciones”, que nos cierra sobre nosotros mismos y no somos capaces de abrirnos a la alegría de la vida.

El muro de “yo hice tal cosa y ya estoy marcado para siempre”, y nos impide el gozo y la alegría de saber que el pasado ya no existe y que lo existe es el presente y el futuro que está amaneciendo.
Tomado del Rincón del Tibet

¡ Acéptate !



“Mucha energía se desperdicia en luchar con uno mismo: en el rechazo, en la censura. Mucha energía se desperdicia. Si comienzas a aceptarte, te conviertes en una reserva de energía porque entonces el conflicto desaparece; entonces no hay guerra civil; entonces eres sólo uno. Se preserva mucha energía, y esa energía que se desborda es creatividad.

Una persona que está en conflicto consigo misma, nunca puede ser creativa. Es destructiva, se está destruyendo, y a través suyo también destruirá a otros. Todas sus relaciones serán envenenadas. El mandamiento más básico y fundamental es amarse así mismo. No digo aceptarse solamente, porque esa palabra no es suficiente, puedes aceptar y puedes no amar. Puedes aceptar, porque ¿qué se puede hacer? Estás en un desamparo profundo, pero eso no es aceptación.

A menos que te aceptes como una bendición, a menos que te aceptes y te acojas a tí mismo, a menos que te aceptes con una profunda gratitud, a menos que te ames a tí mismo, nunca llegarás a ser una energía desbordante. Entonces la energía puede fluir en canción, en danza, en pintura. Mil y una maneras de creatividad se pueden encontrar; o simplemente puede fluir en un silencio profundo. Y quienquiera que llegue a entrar en contacto con ese silencio profundo será transformado y oirá por primera vez la música que es celestial. 

Entonces no sólo aceptes, acepta con profunda gratitud.

Agradece que dios te ha hecho a tí tal como eres, y no igual a otro. Cada uno tiene un trabajo único que realizar, por eso existe. Y cuando digo cada uno, quiero decir cada uno. Un Judas es tan necesario como un Jesús. Sin Judas, Jesús sería más pobre; algo faltaría en la historia. Entonces Jesús tiene que estar agradecido con Judas también. No sólo acéptate a tí mismo, acepta a cada uno tal como es. Dios lo sabe mejor".

Artículo de Osho.