lunes, 19 de febrero de 2018

¿Cuanto vales?



Un día un sabio Maestro recibió la visita de un joven, que se dirigió a él para pedirle consejo.

- Vengo Maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El Maestro sin mirarlo le dijo:

- Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… - y haciendo una pausa agregó: Si quieres ayudarme tú a mi, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- Encantado Maestro – titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

- Bien, asintió el Maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:

- Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.

Pero les bastaba escuchar el precio del anillo, cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia y explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela enmtregado él mismo al Maestro, para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste subió a su caballo y volvió a donde el Maestro se encontraba:

- Maestro, dijo – lo siento, pero no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

- Que importante lo que has dicho, joven amigo – contestó sonriente el Maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por el. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candilñ con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

- Dile al Maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

¡58 monedas! – exclamó el joven

Si – replicó el joyero – yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a la casa del Maestro a contarle lo sucedido.

- Siéntate – dijo el Maestro, después de escucharlo. – Tú eres como este anillo: Una joya valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquier descubra tu valor?


Nota: Transcrito de “El Club de los Libros Perdidos”

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