Hasta cuando tu cuerpo duerme, algo en ti se mantiene despierto.
Puede que no tengas claro que es, pero un punto, en algún lugar de ti, sigue siendo un testigo. Por eso a la mañana siguiente puedes decir “esta noche he dormido estupendamente” o “he pasado una noche fatal”. ¿Quién lo sabe? Alguien observa constantemente. Es el tercer ojo que siempre está abierto, ni siquiera pestañea.
La denominación es simbólica: el tercer ojo indica que en ti hay una visión eterna, una vigilancia eterna, un testigo eterno que nunca duerme, nunca sueña, puede ver la verdad. Haya dentro de ti ese lugar que nunca duerme. La verdad no es algo que esté en el exterior.
La cuestión radica en encontrar o en cómo buscar dentro de ti ese lugar que nunca esta inconsciente y siempre está despierto, alerta, consciente. Y una vez que lo encuentras, siguiéndolo puedes viajar hasta su mismo origen. Y ese origen es Dios. Sólo tienes que viajar esa distancia; eso se convierte en tu camino.
Encontrando al testigo interno, has encontrado el camino. Entonces, cada vez más y más, conviértete en esa consciencia; deja que toda tu energía entre en esa consciencia. Y cuanto más consciente te vas haciendo, menos sueñas... Y llega un momento en el que, de repente, tú eres solamente el testigo y la mente ha desaparecido. Toda la energía de la mente se ha disuelto en el tercer ojo. Ahora eres sólo un testigo.
Ese ser que atestigua es el lugar desde donde el mundo desaparece y lo Divino se revela.
El tercer ojo es el testigo. Él es uno.
Si quieres ser uno en tu interior, busca el punto de la consciencia que observa. Al caminar, observa; al comer, observa; al irte a dormir, duérmete observando lo que ocurre. Tarde o temprano, un día, de improviso, te darás cuenta de que el cuerpo se ha dormido, pero tú todavía estás observando. Entonces verás cómo los sueños de la mente se caen por sí solos, desaparecen. Estás todavía observando y, de repente, estás iluminado. Desaparecen los sueños y con ellos todas las ilusiones (maya). Y ves que todo forma parte de la esencia única.
Los árboles pueden ser diferentes en la forma, pero lo que no tiene forma en su interior es el uno. La roca es una con el árbol; el árbol es uno con la estrella; y la estrella es una contigo.
Todo está unido.
Osho
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