viernes, 10 de marzo de 2017

El collar de perlas...


Hace algún tiempo vivió en las afueras de Madrid una familia muy pobre. El hombre, honrado y trabajador, salía todos los días a buscar leña al bosque que después vendía en el mercado de la ciudad, ganando algunas monedas para su familia. Como cada domingo, su hija, de pocos años, le acompañaba al mercado para ayudarle, por lo que, en cierta ocasión, pasando por delante de una juguetería, la pequeña se quedó prendada de un collar de perlas de plástico que había en el escaparate. Imaginando que aquel collar podría convertirla en una princesa, la pequeña tiró de la mano de su padre y le preguntó si tenían dinero para comprar el collar. Pero el hombre, con lágrimas en los ojos, le confesó que apenas si tenían dinero para comer. No obstante, la pequeña no se dio por vencida y decidió juntar dinero necesario para comprarlo. Así, comenzó a ayudar a sus vecinos en sus labores, haciendo pequeñas tareas en sus casas o cuidando de otros niños. De esa manera, después de algunos meses, consiguió las monedas que costaba el collar y pudo comprárselo. 

Aquel collar la hacía soñar con otros mundos llenos de príncipes y de princesas. Sin embargo, cuando cayó la noche, su padre entró en el dormitorio y le preguntó: 

- María, ¿me amas? – 

Desconcertada, la niña contestó. 

– Por supuesto que te quiero, papá. Eres la persona más buena del mundo. Veo cómo trabajas todos los días para que podamos salir adelante. Te quiero muchísimo 

– María, si me amas, regálame tu collar de perlas - Dijo el hombre. 

Pero María, agarrando el collar con ambas manos, contestó: 

- Papá, por favor, no me pidas mi collar de perlas. He trabajado mucho para conseguirlo y lo quiero tanto. Si quieres puedo darte cualquier otro juguete, pero, por favor, no me pidas mi collar de perlas.
El padre, quitándole importancia al asunto, le dio un beso en la frente y salió de la habitación. No obstante, a la noche siguiente volvió a la habitación de su hija y le preguntó: 

- María, ¿me amas?
- Tapándose el collar, la pequeña afirmó -¡Por encima de cualquier cosa!
- Si me amas – siguió el padre - Regálame tu collar de perlas
- Por favor, por favor – suplicó la niña - No me pidas mi collar de perlas. Me ha costado mucho trabajo ganarlo y deseaba tanto tenerlo... Si quieres te doy cualquier otra cosa. Todo menos mi collar de perlas.

El padre, como la vez anterior, le dio un beso en la frente y salió de la habitación. Sin embargo, a la noche siguiente volvió al dormitorio de la pequeña, pero esta vez ella lo estaba esperando con lágrimas en los ojos 

- María, ¿qué te sucede?, ¿por qué lloras?
- Toma papá, mi collar de perlas. ¡Te lo regalo!
- ¿Ya no lo quieres? – Preguntó el hombre
- ¡Oh, sí que lo quiero! – Respondió ella, pero te lo doy porque te quiero más a ti – 

Entonces el padre se sentó junto a ella, guardó el collar de juguete en su bolsillo y sacó un precioso collar de perlas auténticas: 

- Éste es el collar de la familia, el cual pasa de generación en generación solamente cuando los hijos aprenden a valorar más el corazón de sus semejantes que los objetos materiales. 

El egoísmo es la enfermedad que está arruinando a la humanidad, por tanto, recuerda siempre esta lección: Nunca valores a las cosas más que a las personas, sobre todo si es alguien que cada día te demuestra su amor.

50 cuentos universales para sanar tu vida - Manuel Fernández Muñóz

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