Es inevitable pasar por ahí. Hay que insistir en la practica, una y otra vez, una y otra vez. Haciéndolo así, con persistencia, llega un momento en el que la voluntad ya no es necesaria. La concentración de la atención sobre la respiración se va produciendo cada vez más naturalmente. Y llega un momento en el que el 'yo' es olvidado, trascendido. El sujeto se funde y desaparece con el objeto. Cuando el sujeto se ha fundido con el objeto, ya no hay un yo prestando atención a la respiración. Simplemente 'eso' sucede.
Aparece una respiración consciente o una consciencia que respira. Este estado de fusión sujeto-objeto,llamado técnicamente en el budismo 'concentración de acceso', constituye la vía de entrada al estado de samadhi. Podemos experimentar este estado de acceso a la concentracion durante cinco, diez, quince, veinte minutos, sin que se interrumpa. Pero sucede que, muchas veces, la autoconciencia emerge de pronto, estimulada por una sensación, un recuerdo, o cualquier otro contenido mental. De inmediato, a la vez que aparece de nuevo la dualidad sujeto-objeto, el estado de acceso a la concentración desaparece.
El meditador debe darse cuenta de esto y fijar así una vez más la atención sobre la respiración, de modo que pueda generarse de nuevo el estado de concentración de acceso. Debe tomar conciencia de cuales son los movimientos sutiles de la mente, aquellos que hacen que este estado aparezca o desaparezca. Y así, se va entrenando y desnudando.
Ríos que retornan al Océano.
Dokusô Villalba.
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