sábado, 1 de julio de 2017

Enseñar a los niños COMO PENSAR, no QUÉ PENSAR...


Un maestro sufí tenía la costumbre de contar una parábola al terminar cada lección, pero los alumnos no siempre entendían el mensaje de la misma.
- Maestro – le dijo en tono desafiante uno de sus estudiantes un día -, siempre nos haces un cuento pero nunca nos explicas su significado más profundo.
– Pido perdón por haber realizado esas acciones – se disculpó el maestro-, permíteme que para reparar mi error, te brinde mi rico durazno.
– Gracias maestro.
– Sin embargo, quisiera agradecerte como mereces. ¿Me permites pelarte el durazno?
– Sí, muchas gracias – se sorprendió el alumno, halagado por el gentil ofrecimiento del maestro.
– ¿Te gustaría que, ya que tengo el cuchillo en la mano, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?
– Me encantaría, pero no quisiera abusar de su generosidad, maestro.
– No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte en todo lo que buenamente pueda. Permíteme que también te lo mastique antes de dártelo.
– ¡No maestro, no me gustaría que hicieras eso! – se quejó sorprendido y contrariado el discípulo.
El maestro hizo una pausa, sonrió y le dijo:
– Si yo les explicara el sentido de cada uno de los cuentos a mis alumnos, sería como darles a comer fruta masticada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario