sábado, 4 de julio de 2020

el dolor... TRANSFORMA.


"Tenía tres años cuando hice el descubrimiento psicológico más importante de mi vida. A esa edad descubrí que, obedeciendo a sus leyes internas, un ser vivo pasa por ciclos de crecimiento, muere y vuelve a nacer como un nuevo ser. Un día, estaba jugando con mi pipa de mazorca de maíz con la que hacía burbujas mientras ayudaba a mi padre en el jardín. Me gustaba ayudarle porque él comprendía a los insectos y a las flores, y sabía de dónde venía el viento. Cuando encontré un bulto pegado en una rama, papá me explicó que la Oruga Catalina se había hecho crisálida, y me propuso que la lleváramos a casa y la claváramos en la cortina de la cocina. Algún día, de ese bulto iba a surgir una mariposa.

Ya había visto cosas misteriosas en el jardín de papá, pero esto superaba incluso mi imaginación. De todos modos, con mucho cuidado, atravesamos los dos alfileres de la crisálida en la cortina y todas las mañanas bajaba corriendo las escaleras con mi muñeca y mi pipa para mostrarles la mariposa. ¡Pero la mariposa no aparecía! Papá me decía que tenía que tener paciencia. Las crisálidas parecen muertas, pero dentro de ellas se van produciendo cambios extraordinarios. La vida de una oruga es muy distinta de la vida de una mariposa y necesitan cuerpos diferentes. Una oruga sólo mastica hojas; la mariposa bebe néctar.

La oruga es asexuada, casi ciega y tiene que arrastrarse por la tierra; la mariposa pone huevos, y puede ver y volar. La mayoría de los órganos de la oruga se disuelven y el líquido que queda ayuda a que crezcan las alas, los ojos, el cerebro y los diminutos músculos de la mariposa que se va desarrollando. Pero todo el proceso es muy difícil, tan difícil que la criatura no puede hacer nada más en esa etapa. Tiene que quedarse dentro de su capullo protector. Yo seguía esperando que esa oruga perezosa y glotona se transformara en una delicada mariposa, pero para mis adentros había llegado a la conclusión de que papá se había equivocado.

Sin embargo, una mañana, cuando estábamos comiendo nuestro cereal mi muñeca y yo, me di cuenta que no estaba sola en la cocina. Y ahí estaba, con las alas abriéndose todavía, brillando apenas con la luz transparente; era un ángel capaz de volar. Su capullo estaba vacío. Ese hecho misterioso que se produjo en la cocina fue mi primer contacto con la muerte y el renacer. Años más tarde descubrí que la mariposa es un símbolo del alma del ser humano. También descubrí que, apenas sale del capullo, la mariposa deja caer una gota de excremento que se ha ido acumulando. Generalmente es una gota roja y, a veces, la mariposa la deja caer en su vuelo. Es así que un conjunto de mariposas pude producir una verdadera lluvia de sangre, fenómeno que despertaba terror y recelo en las antiguas culturas y que en algunos casos daba lugar a verdaderas masacres.

Simbólicamente, para liberar a nuestra mariposa también tenemos que sacrificar una gota de sangre, dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro..."

- Marion Woodman, "Los Frutos de la Virginidad"

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