sábado, 4 de julio de 2020

El Joven y el Profesor



"Un joven se encuentra con un anciano y le pregunta:

- ¿Se acuerda de mí? Y el anciano le dice que NO.

Entonces el joven le dice que fue su alumno.
Y el profesor le pregunta:

- ¿Qué estás haciendo, a qué te dedicas?

El joven le contesta:

- Bueno, me convertí en Profesor.

- Ah, que bueno ¿como YO? (le dijo el anciano)

- Pues, sí.

De hecho, me convertí en Profesor porque usted me inspiró a ser como usted.
El anciano, curioso, le pregunta al joven qué momento fue el que lo inspiró a ser Profesor.
Y el joven le cuenta la siguiente historia:

- Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj, nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo.
Poco después, mi amigo notó el robo y de inmediato se quejó a nuestro Profesor, que era usted. 

Entonces, usted se dirigió a la clase:

- El reloj de su compañero ha sido robado durante la clase de hoy.
El que lo robó, por favor que lo devuelva.
No lo devolví porque no quería hacerlo.
Luego usted, cerró la puerta y nos dijo a todos que nos pusiéramos de pie y que iría uno por uno para buscar en nuestros bolsillos hasta encontrar el reloj.
Pero, nos dijo que cerráramos los ojos, porque lo buscaría solamente si todos teníamos los ojos cerrados.
Así lo hicimos, y usted fue de bolsillo en bolsillo, y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó.

Usted continuó buscando los bolsillos de todos, y cuando terminó, dijo:

- "Abran los ojos. Ya tenemos el reloj".

Usted no me dijo nada, y nunca mencionó el episodio.
Tampoco dijo nunca quién fue el que había robado el reloj.
Ese día, usted salvó mi dignidad para siempre.
Fue el día más vergonzoso de mi vida.
Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón, mala persona, etc. Usted nunca me dijo nada, y aunque no me regañó ni me llamó la atención para darme una lección moral, yo recibí el mensaje claramente.

Y gracias a usted entendí que esto es lo que debe hacer un verdadero educador.
¿Se acuerda de ese episodio, Profesor?

Y el Profesor responde:
- "Yo recuerdo la situación, el reloj robado, que busqué en todos, pero no te recordaba, porque yo también cerré los ojos mientras buscaba."

Esto es la esencia de la docencia:
Si para corregir necesitas humillar; no sabes enseñar"

el dolor... TRANSFORMA.


"Tenía tres años cuando hice el descubrimiento psicológico más importante de mi vida. A esa edad descubrí que, obedeciendo a sus leyes internas, un ser vivo pasa por ciclos de crecimiento, muere y vuelve a nacer como un nuevo ser. Un día, estaba jugando con mi pipa de mazorca de maíz con la que hacía burbujas mientras ayudaba a mi padre en el jardín. Me gustaba ayudarle porque él comprendía a los insectos y a las flores, y sabía de dónde venía el viento. Cuando encontré un bulto pegado en una rama, papá me explicó que la Oruga Catalina se había hecho crisálida, y me propuso que la lleváramos a casa y la claváramos en la cortina de la cocina. Algún día, de ese bulto iba a surgir una mariposa.

Ya había visto cosas misteriosas en el jardín de papá, pero esto superaba incluso mi imaginación. De todos modos, con mucho cuidado, atravesamos los dos alfileres de la crisálida en la cortina y todas las mañanas bajaba corriendo las escaleras con mi muñeca y mi pipa para mostrarles la mariposa. ¡Pero la mariposa no aparecía! Papá me decía que tenía que tener paciencia. Las crisálidas parecen muertas, pero dentro de ellas se van produciendo cambios extraordinarios. La vida de una oruga es muy distinta de la vida de una mariposa y necesitan cuerpos diferentes. Una oruga sólo mastica hojas; la mariposa bebe néctar.

La oruga es asexuada, casi ciega y tiene que arrastrarse por la tierra; la mariposa pone huevos, y puede ver y volar. La mayoría de los órganos de la oruga se disuelven y el líquido que queda ayuda a que crezcan las alas, los ojos, el cerebro y los diminutos músculos de la mariposa que se va desarrollando. Pero todo el proceso es muy difícil, tan difícil que la criatura no puede hacer nada más en esa etapa. Tiene que quedarse dentro de su capullo protector. Yo seguía esperando que esa oruga perezosa y glotona se transformara en una delicada mariposa, pero para mis adentros había llegado a la conclusión de que papá se había equivocado.

Sin embargo, una mañana, cuando estábamos comiendo nuestro cereal mi muñeca y yo, me di cuenta que no estaba sola en la cocina. Y ahí estaba, con las alas abriéndose todavía, brillando apenas con la luz transparente; era un ángel capaz de volar. Su capullo estaba vacío. Ese hecho misterioso que se produjo en la cocina fue mi primer contacto con la muerte y el renacer. Años más tarde descubrí que la mariposa es un símbolo del alma del ser humano. También descubrí que, apenas sale del capullo, la mariposa deja caer una gota de excremento que se ha ido acumulando. Generalmente es una gota roja y, a veces, la mariposa la deja caer en su vuelo. Es así que un conjunto de mariposas pude producir una verdadera lluvia de sangre, fenómeno que despertaba terror y recelo en las antiguas culturas y que en algunos casos daba lugar a verdaderas masacres.

Simbólicamente, para liberar a nuestra mariposa también tenemos que sacrificar una gota de sangre, dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro..."

- Marion Woodman, "Los Frutos de la Virginidad"

El café... y la borra.


El cafeto produce frutos, que cuando están maduros toman un color rojizo y se les llama “cerezas”. Las semillas de dichos frutos, son lo que popularmente se denominan como los “granos de café”, que una vez secados al Sol y debidamente tostados, toman la apariencia que conocemos. Esta semilla después se muele y se coloca en un dispositivo (cafetera), para el proceso final, en donde junto con agua y bajo el influjo del fuego, se produce la alquimia que termina brindándonos un exquisito y aromático néctar, que hemos dado en llamar “café”.

El único residuo que resulta de este proceso es la “borra”, la cual no está destinada al consumo y simplemente se desecha; aunque también hay algunos artistas muy dedicados, que a través de la manipulación conscienzuda de la misma, logran obtener obras de arte.

Cuando no cumplimos con la premisa fundamental de separar la “borra” del café, terminamos con una bebida enrarecida, contaminada y empobrecida, o sea, deja de cumplir con su objetivo, de servir de estímulo al paladar provocándonos un estado de satisfacción y dicha.

Es muy triste ver que todo un largo proceso que va desde la siembra y cuidado del cafeto, pasando por la cosecha de las “cerezas”, el secado, tostado y molienda de las mismas, terminando en el último paso que convierte este polvo, en el delicioso néctar… sea saboteado por el único y minoritario desecho que llamamos “borra”.

La “borra” per se no tiene la capacidad de “ensuciarnos” la bebida, es nuestra acción irresponsable al no colarla o dejarla asentar el tiempo necesario al fondo de la taza, la que produce finalmente el enturbiamiento de la bebida, echándola a perder.