Rory Wilson, profesor de Zoología en la Universidad de Swansea, Inglaterra. "La energía es muy importante para los animales. Si la quieres conservar, cuanto más lentamente te muevas, mejor".
En ese sentido, no hay duda que el animal más eficiente es el perezoso: oficialmente son los mamíferos más lentos del planeta; constituyen un tercio de la biomasa de mamíferos en las selvas tropicales y han estado presentes en ellas unos 64 millones de años, sobreviviendo a animales mucho más llamativos como los tigres de dientes de sable.
Georges Buffon - un precursor de Charles Darwin - anunció en su épica enciclopedia que “Los perezosos son la forma más baja de existencia", y se burló diciendo: "un defecto más habría hecho sus vidas imposibles".
Pero la evidencia acalla las burlas. Lo que parecieron defectos resultaron ser ventajas. La capacidad de adaptación al entorno de los perezosos es admirable.
Además, son longevos: las criaturas que viven a ritmo lento, viven más tiempo. Por ejemplo, las tortugas, otro estándar de oro de lentitud, que tienen una expectativa de vida de entre 150 a 200 años.
Un estudio realizado por el psicólogo Robert Levine, principio de la década de 1990, comparado con uno replicado 10 años después, dio como resultado que aceleramos nuestras vidas en un 10%, principalmente con lo que se conoce como “personalidad tipo A” (personas impacientes, muy competitivas, ambiciosas, agresivas en los negocios, a las que les cuesta mucho relajarse. Los individuos con este tipo de personalidad a menudo están estresados y de mal humor).
Carl Honoré, experto y autor de "Elogio de la lentitud", recomienda: "Dale espacio a un ritual lento en tu día —como yoga, o tejer, leer o pintar—. Encuentra algo que puedas incrustar en tu rutina que te inocule contra el virus de la prisa".
Así que, después de tanto apuro por ir más rápido, la genialidad de la actitud relajada de los perezosos, podría ser el reconocimiento de una estrategia evolutiva suprema.
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